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lunes, 21 de abril de 2008

GASOL EMPIEZA LOS PLAY-OFFS CON BUEN PIE


Gasol haciendo un tapón a Anthony


Hace un par de días, Charles Barkley, enorme jugador en todos los sentidos y una de las bocas más afiladas del deporte mundial, comparaba lo que hicieron los americanos con los indios con lo que perpetraron los Lakers al fichar a Gasol por casi nada. Un robo de grandes proporciones. Según van pasando los partidos, esta sensación se confirma al comprobar el salto cualitativo en todos los niveles de juego que les ha dado la llegada del español. Ayer, en el primer partido de los playoffs, dio un sonoro puñetazo en la mesa para terminar con su nefasta racha de doce derrotas en doce apariciones en los mismos. Sus estratosféricos números -36 puntos (14 de 20 tiros de 2, 8 de 8 en los libres), 16 rebotes y 8 asistencias- hablan de una actuación definitiva. Pero, así escritos y a pesar de su excepcionalidad, no lo dicen todo. Los puntos los repartió equilibradamente entre la primera y la segunda parte, lo que demuestra que su producción fue constante. En el tercer cuarto, minutos en los que los Lakers destrozaron a sus rivales con un parcial de 39-22, la omnipresencia de Gasol y sus conexiones con el resto del equipo fueron continuas hasta que deshicieron por completo la resistencia de los Nuggets, que dieron por finalizado su primer intento de ganar un partido en la serie. En definitiva, que, ante la mirada expectante del universo baloncestístico, ilusionado al comprobar cómo un equipo mítico como los Lakers vuelve a aspirar a lo máximo, Gasol respondió a lo grande, aumentando su cada día mayor prestigio como jugador.

Casi ninguna de las acciones de Pau fue prescindible, pues el partido fue algo indigesto. Más si cabe cuando los Lakers salieron mucho más enchufados que sus rivales. Los primeros minutos mostraron las credenciales de cada uno. El juego armonioso y solidario de la gente de Phil Jackson y la anarquía no exenta de grandes dosis de talento individual de estos Nuggets a los que les gusta tanto atacar como poco defender. Cuando eres tan bueno en un lado y tan desastroso en otro, sólo tienes un camino para el éxito: meterlas. No lo hizo Iverson en el comienzo del partido y los Lakers cogieron diez puntos de ventaja como si nada (23-13 a los seis minutos). Pese a ello, algo se empezó a intuir. La muñeca de Bryant no andaba fina. Con Gasol y Odom estaba siendo suficiente, pero, poco a poco, el juego fue cambiando de dinámica. Hay algo de desquiciante en el estilo de los de Denver. No obedecen a los cánones habituales, juegan a la carrera, se la tiran en cuanto pueden y confían en sus robos y tapones, en los que son los mejores de la NBA. Su desorden terminó por contagiar a los Lakers. Encima, salió el lituano Kleiza y decidió que Los Ángeles es una buena plaza para reivindicarse. Hizo diez puntos casi consecutivos en el arranque del segundo cuarto y se encendieron las alarmas amarillas (33-41). Pero reaccionaron bien los Lakers y, a trancas y barrancas, se fueron al descanso con dos puntitos de ventaja (58-56). Hasta aquí duró el debate.

El resto fue Gasol. Y, por supuesto, Odom. Este hombre al que parece que le quitaron la sonrisa de pequeño y no hay nada ni nadie que se la devuelva, al menos públicamente, es un pedazo de jugador. Se habla mucho del entendimiento entre Pau y Kobe. Pero detrás de ellos siempre está Odom. Para meter puntos, para dejarte con la boca abierta por su fuerza y habilidad, para rebañar los aros lo que haga falta. Bryant pone la elegancia; Gasol, la inteligencia. Lo de Odom es otra cosa. Es una fiera. Silenciosa, pero implacable.

Bastó que los Lakers apretasen un poco las clavijas defensivas para cerrar el partido en el tercer cuarto. Con 20 puntos de ventaja, todos dieron por concluido el debate principal y algunos como Bryant, Iverson o Anthony se dedicaron a engordar sus estadísticas individuales. A Gasol no le hizo falta. Lo que tenía que hacer ya lo había hecho. Mucho y todo bueno.

Por Adrián Mora

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